Hace un tiempo un amigo alemán llamado Richard Flebbe (+) me comentó sobre una parte de este libro (Máximo
Lang cuenta de sus viajes en el interior de Venezuela durante los años treinta) donde se reseñaba la llegada del primer carro a la Mesa de Esnujaque. Motivado por lo interesante del escrito se ofreció muy amablemente a hacerme la traducción del mismo y así se hizo, En la tarde de ese día se hizo la traducción junto a su esposa Ingrid quien además de ayudarnos con el trabajo de llevar al español lo escrito por Máximo Lang en su libro deleitó la velada con sus sabrosas galletas caseras junto a un delicioso te...A continuación el resultado del trabajo hecho hace unos años gracias a estos amigos alemanes:
"Era el tiempo en
que Chacao había pelea de gallos y existía el tranvía en Caracas. Mucho antes
de las autopistas modernas y la televisión. Antes de las discotecas, striptease
y el blues jeans.
Un representante
de productos farmacéuticos se erró en el camino y al preguntarle a un campesino
sobre cómo llegar a la Mesa de Esnujaque le dio la información: …”siga Ud. 10
kilómetros y verá la mesa…”Para el forastero le pareció un lindo paseo entre
pastos y árboles que pensó que eran eucaliptos, el señor se dijo a sí mismo que
no era un botánico para saber qué tipo de árboles eran. De todas maneras ese
lindo paseo terminó en el pueblito de La Mesa
Fue por un camino
muy angosto con curvas muy pronunciadas que aún para su pequeño carro Ford eran
muy difíciles pues en varias oportunidades tuvo que echar repetidas veces hacia
delante y hacia atrás para poder pasar algunas de las curvas. Además, lo fuerte de la pendiente le hacía más
complicada la llegada al pueblo.
La vista fue
impresionante…en especial cuando era hacia abajo, o sea los precipicios.
Después de cada curva se podía sentir la posibilidad de una caída al vacío en
caso de que el carrito se descarrilara. Pero el calvario motorizado terminó al
llegar a la Mesa. Esto lo decía el señor Máximo al relator de esta historia.
Al llegar a los
1700 msnm dejó el carro en la plaza Bolívar y preguntó cómo llegar a la Botica
del Doctor Rocha. Al llegar a la botica lo recibió la señora del Boticario, se
presentó y pidió hablar con el doctor el cual vino de inmediato y lo saludó muy amablemente.
Hablaron
largamente sobre la firma alemana de productos que él también germano
representaba; los componentes, indicaciones, dosificaciones y los resultados
clínicos.
Dejaron de hablar
sobre lo farmacéutico y el doctor Rocha preguntó sobre la vida cotidiana en
Caracas, además del “viejo General” Juan Vicente Gómez.
El doctor desde
sus estudios estuvo solamente tres o cuatro veces en la capital.
Con cafecito y
aguardiente estuvieron hablando por varias horas, Aunque por momentos entender
al doctor era muy difícil debido a su labio leporino y por lo tanto su
articulación era difícil de entender. Esa dificultad fue compensada por la
ayuda de su esposa que fungió como intérprete
Consideró que al
estar de visita en un pueblo donde era muy difícil que vendedores y
propagandistas fueran de visita sería muy descortés irse rápido y menos después
de un pedido de 280 bolívares en el bolsillo (Mucho dinero para esa época) Con
diplomacia se despidió de sus anfitriones y nuevos clientes haciéndoles ver
sobre su necesidad de seguir el viaje a Timotes. Mencionó a ellos lo miserable
del camino de regreso, además de lo peligroso y pendiente del mismo a lo que le
preguntaron dónde había dejado sus bestias,
y el alemán respondió: Qué Bestias Señor. A lo que el doctor Rocha le
dijo: Naturalmente en las que usted subió.
Pensó el señor Máximo que no se entendían por la dificultad para
entender al doctor. Le dijo que había subido ese maldito camino un carrito Ford
que dejó en la pequeña plaza del pueblo. Asombrado le dijeron que eso era
imposible…que por el camino de mulas no pudiera subir en carro no se pudo haber
logrado.
Así fue como se
entera que había sido el primero en subir a La Mesa y lo conquistó por el camino de mulas…Por eso
se sintió casi orgulloso.
El problema era
ahora cómo bajar con el carro…sabiendo lo difícil que fue subir tenía sus
fuertes dudas de hacer ese experimento
de bajar solo, el docto viendo su dilema buscó a un joven que por dos fuertes se quería arriesgar
a bajar el auto. Se montó al lado del joven hasta las afueras del pueblo donde
Al parar se bajó del carro y a pie lo acompañó hasta llegar seguros a la parte
baja del pueblo. De ahí en adelante prosiguió su camino ya conduciendo aquel
valiente vehículo que había hecho la proeza de ser el primer carro en llegar a
La mesa por el camino de mulas". (Traducción hecha del libro: Máximo Lang cuenta de sus viajes en el interior de Venezuela durante los años treinta)
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