domingo, 6 de junio de 2021

EL RELOJ DE MI TIO (Cuento de Régulo Enrique Briceño)

Cuento que el Cultor Régulo Enrique Briceño escribiera y que lo hiciese en homenaje a Laudelino Moreno quien en vida fuese reconocido como un fantaseador, quien con sus historias marcó una época en la Mesa de Esnujaque:

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El RELOJ DE MI TÍO

Nunca olvidaré el día que cumplí doce años. Era un domingo de agosto, aquella mañana, después de las felicitaciones por mi cumpleaños, uno de mis tíos maternos que, de casualidad, estaba pasando unos días en mi casa, me invitó a dar un paseo por el pueblo. Hacía tanto tiempo que no nos visitaba que algunos de sus amigos de la infancia no lo reconocían. Fuimos al parque donde trató de enseñarme a batear, comimos helados y en la noche fuimos al carrusel que tenía varios días en el pueblo y donde, por primera y única vez, me monté en los carritos chocones. Cuando llegamos a la casa, yo irradiaba felicidad por los cuatro costados, fue la noche más feliz de mi vida.
Al otro día, por la tarde, mi tío se volvía a Maracaibo, yo lo acompañé a la Plaza Bolívar, donde, a las dos de la tarde, se montó en el viejo bus y se fue para siempre. A los meses supimos que lo habían matado en un atraco, fue una noticia devastadora. Pero antes de irse me abrazó, me besó en la frente y, antes de echarme la bendición, se quitó su reloj Seiko 5 automático que sabía que yo tanto admiraba y me dijo: “es tuyo, póntelo y cada vez que pases por aquí y veas el bus y mires la hora, te acordarás de mí”, ¡Cuánta razón tenía mi tío! Siempre lo he recordado con mucho cariño.
Yo solía ir a cazar palomas con una cauchera o flecha y recoger moras en las montañas que rodean mi pueblo enclavado en lo más alto de los Andes trujillanos con mi mejor amigo, y una vez que estábamos pasando por un riachuelo, me agaché a tomar agua y, para no mojarlo, puse mi reloj al lado, entre unos arbustos, con tan mala suerte que me incorporé y seguimos caminando y no fue hasta cuando llegué a mi casa que me di cuenta que lo había dejado al lado del riachuelo. Al día siguiente volvimos, recorrimos y desandamos palmo a palmo el sendero y nunca lo encontramos. Aquella noche fue la más infeliz de mi vida.
La rueda de la vida nos va llevando en el espacio y el tiempo, uniendo y desuniéndonos, Atamos nuestros destinos a otras personas y situaciones y dejamos de ser los que una vez fuimos, crecemos y cambiamos. Yo también un día me fui y no volví sino hasta hace un mes para finiquitar la venta de la casa paterna y unos terrenos.
Temprano recorrí los pasillos, los cuartos donde contábamos cuentos y nos decíamos secretos inocentes, la cocina donde mi madre hacía sus dulces, la sala donde mi padre leía la prensa, el patio donde jugaba con mis hermanos. Me quedé mirando el cerro y una fuerza irresistible me impulsó a caminar y, sin darme cuenta, comencé a avanzar por el sendero que me llevaba a la montaña que recorría de niño.
Ya no era el mismo, a mitad de camino estaba muy cansado y con mucha sed. Me arremangué las mangas y me dispuse a beber agua del riachuelo donde bebí tantas veces. De repente, no supe si era la melancolía o la tristeza, la nostalgia o mi corazón, pero empecé a escuchar un sonido intermitente que me estremeció, un tic-tac que parecía venir de todas partes, me paré como impulsado por un rayo y dando unos pasos para orientarme mejor, miré hacia arriba y vi, entre las ramas, brillando aún más con la luz del sol que se filtraba entre las ramas, como si fuese un destello del pasado, mi Seiko 5 automático en lo más alto del sauce más hermoso que ojos humanos hayan visto.
Régulo Briceño.
04/06/2021

Procesión previa a celebrarse misa de San Benito de Palermo de La Mesa de Esnujaque

 https://youtube.com/watch?v=CRRf9h27fdU&feature=shared